Roberto Escalante Semerena en El Financiero
Actualmente en la mayoría de los países de América Latina (AL) las universidades públicas son las responsables de los programas de pregrado y posgrado. También se encargan de fomentar y llevar a cabo actividades relacionadas con la ciencia y la tecnología. Esto implica que los fondos públicos aún son la fuente de financiamiento de la educación superior. Sin embargo, en las últimas dos décadas esa realidad se ha transformado radicalmente. El número de instituciones privadas ha crecido significativamente en países de la región hasta el punto de ser, el sector privado, el principal responsable de brindar este servicio. El ejemplo más conspicuo es el de Chile, donde el número de institutos y universidades privadas supera a las públicas. En América Latina la matrícula de estudiantes de educación terciaria asciende a 14.5 millones, de los cuales 96.5 por ciento se ubica en ocho países (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Cuba, México, Perú y Venezuela). La tasa de matriculación en la región en educación superior asciende a 40 por ciento, mientras que en países desarrollados es de 63 por ciento. Según los datos más recientes que publica la Cepal, países como Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México y Perú, invierten en el rubro de educación 5.4, 5.4, 4.5, 4.8, 4.9 y 2.6 por ciento de su Producto Interno Bruto (PIB), respectivamente. En Argentina, Brasil, Chile, México y Perú el gasto total en instituciones de educación superior es de 1.17, 0.74, 1.95, 1.19 y 1.21 por ciento del PIB, en la misma relación. Sin embargo, en Argentina, Chile, México y Perú el sector privado es la entidad que aporta 0.22, 1.68, 0.36 y 0.8 por ciento de su PIB a este rubro. Esto indica que en Argentina alrededor de 18 por ciento de la inversión en educación superior proviene del sector privado, mientras que en Chile, México y Perú esta cifra asciende a 86, 30 y 67 por ciento, en el mismo orden, según datos del Banco Mundial. La creación de instituciones de educación superior, públicas y privadas, mantiene el mismo comportamiento que el gasto. La evolución del número de universidades en diferentes países de América Latina nos muestra una tendencia clara de “aumento de instituciones privadas a costa del estancamiento de universidades públicas”. Para 2008 en Chile existían 16 universidades estatales, nueve universidades privadas con financiamiento público directo, 36 nuevas universidades privadas, 45 institutos profesionales y 90 centros de formación técnica. En Perú, a partir de 1995 el número de universidades privadas fue superior a las públicas, al ser 29 centros, mientras que los públicos fueron 28. Para 2009 las cifras empeoraron todavía más, pues existían 63 centros privados y 35 públicos, según la Asamblea Nacional de Rectores. En México, de 1990 a 2009 el número de jóvenes que se incorporaron a universidades públicas se duplicó, mientras que en el caso de las universidades privadas éste se cuadruplicó. Asimismo, de 2000 a 2009 las instituciones privadas crecieron a tasas promedio entre 4.5 y 5 por ciento, hasta llegar a ser cerca de mil 600 instituciones en 2009. La universidad pública en América Latina juega un papel sustancial en la enseñanza y en la investigación científica en diversas disciplinas de las ciencias biológicas, sociales, exactas y de las humanidades. Las instituciones públicas representan una puerta de entrada a la educación superior de las clases medias, y en cierta medida de las clases bajas, las cuales no podrían financiarse algún tipo de formación privada. El proceso de globalización se ha manifestado en las instituciones de educación superior en América Latina, pues se presenta una dialéctica entre tres contradicciones: universidad pública vs privada, autonomía vs regulación, y producción de conocimientos vs. gestión docente. Dicho de otra manera, la cuestión estriba entre si la educación y el desarrollo científico debe asumirse como una responsabilidad del Estado o simplemente debe dejarse la educación superior a merced de las condiciones de mercado, las cuales resultan en un alto grado de polarización en el acceso al conocimiento universal, provocando que la educación superior se convierta en el instrumento central a través del cual perduren las desigualdades sociales existentes en América Latina, donde hoy a la ya desigual distribución del ingreso se ha sumado la todavía más aguda desigualdad en el acceso al conocimiento, y eso ha ocurrido, en mucho, por medio de la privatización de la educación. La educación está hoy conducida por el mercado.