Las llamadas escuelas ‘patito’ viven un boom en México. Cada año se revocan en promedio 1,180 programas de licenciatura, pero aparecen 2,000 más que generalmente son planes con escasa calidad académica, afirma el Rector del Colegio Jurista, Jorge Manrique.
En el país existen más de 1,100 instituciones privadas de educación superior pero sólo 74 comprueban su calidad académica, alerta la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco). En la mayoría de los casos, las escuelas ‘patito’ se enfocan en áreas específicas, que tienen alta demanda, pero no abarcan un amplio campo de temas que necesitará saber el alumno al término de sus estudios. Además, ofertan carreras cuya práctica no requiere una fuerte inversión en laboratorios, como es contabilidad, administración, pedagogía y derecho.
Estas instituciones no cumplen con los requisitos de una universidad formal, como invertir en investigación, se limitan a capacitar en especialidades que registran un boom, indica en un ensayo sobre “pseudouniversidades”, Philip Altbach, académico del Centro para la Educación Superior del Boston Collegue.
Estas escuelas imparten carreras que viven un problema de saturación, como es el caso de administración, que se ubica entre los 41 programas en situación crítica de empleo de acuerdo con la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior.
También ofrecen un ‘futuro prometedor’, en especial para la población que no logró colocarse en universidades públicas, explica el especialista en Educación, Fermín Oropeza Martínez.
Tan sólo en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), de los 62,682 estudiantes que presentaron la segunda evaluación para ingresar a alguna de sus licenciaturas, sólo 6,500 consiguieron quedarse, según datos del Concurso de Selección Junio 2012.
En ese mismo periodo, la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) tenía lugar para 15,000 personas, pero más de 80,000 personas realizaron el examen de ingreso en sus dos convocatorias. El Instituto Politécnico Nacional (IPN) superó los 90,000 aspirantes, para una oferta de sólo 23,000 lugares.
Ocho de cada 100 profesionistas han solicitado alguna vez financiamiento para sus estudios, según una encuesta realizada por OCCEducación, servicio de OCCMundial.
De los 1,875 encuestados, 95% dijo que estaría interesado en solicitar un financiamiento “sin intereses” para continuar su preparación académica, aunque son pocos los que llevan a cabo este proceso, en gran medida por situaciones como los requisitos para avalar el préstamo. Bajo esa perspectiva, las universidades que prometen una formación “de calidad” y con bajo costo han proliferado, refiere Oropeza Martínez.
Un título por 25,000 pesos
Existen instituciones donde se frece un título universitario por 25,000 pesos, incluso “sólo con un mes de clases”, indica el rector del Colegio Jurista. En los últimos 12 años bastaba con dar de alta la universidad en la Secretaría de Hacienda para acreditar la apertura de un negocio.
“Jurídicamente existe un vacío legal para definir los elementos que debe tener una universidad y los requisitos que necesitan reunir sus planes de estudios”, remarca el jurista.
Durante las dos últimas administraciones federales, la Secretaría de Educación Pública eliminaba programas académicos apócrifos y cancelaba permisos, sin que se diera a conocer de manera pública, detalla el rector. Los fraudes contra los alumnos continuaban y así se abría cada vez más la brecha entre universidad y empresa.
“El gran problema, es que actualmente existe demanda de profesionistas calificados y no de quienes siguieron programas obsoletos, que desconocen los requerimientos de conocimientos y destrezas que están siendo importantes en el mercado laboral”, apunta el jurista.
Para tener garantía sobre cierto programa académico, se puede verificar en el portal de la SEP que la licenciatura cuente con Reconocimiento de Validez Oficial de Estudios (RVOE); sin embargo, cumplir este trámite para un plan académico no implica que otros estudios impartidos por esa misma escuela tendrán validez oficial. La institución debe tener RVOE por cada licenciatura.
Este tipo de autorizaciones y reconocimientos oficiales se otorgan cuando los particulares cuentan con personal que acredite la preparación adecuada para impartir educación. Pero hay que tener cuidado, pues “hay muchos casos de ‘presta-títulos’ para cumplir ese requisito”, comenta Jorge Manrique.
Cuando la escuela particular carece del RVOE no puede otorgar título ni cédula profesional correspondiente al término de estudios, así que estos carecen de validez oficial.
Además de ese requisito, es importante verificar si la institución está acreditada por la Federación de Instituciones Mexicanas Particulares de Educación Superior (FIMPES). La UNAM también tiene un catálogo de escuelas incorporadas a esta casa de estudios y anualmente indica aquellas que han sido desincorporadas. Más información, consulta el sitio www.dgire.unam.mx
La Profeco sugiere considerar otros aspectos, por ejemplo, averiguar sobre el perfil del personal académico, ¿quiénes son los profesores?, ¿tipo de capacitación?, ¿cuántas horas de clase imparten?, y si la escuela tiene programas de investigación.