La escolaridad ha dejado de ser un factor decisivo en México para conseguir un empleo, y más bien se ha convertido en pase para engrosar las filas de la desocupación, ya que actualmente cerca de un millón de personas con mayor nivel de instrucción se encuentran sin trabajo.
Los desempleados con nivel medio superior y superior abarcan al 35.9 por ciento de la población desocupada en el país, lo cual rebasa a los que sólo tienen primaria completa, quienes representan el 20 por ciento de los desocupados, de acuerdo con las cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía a febrero de 2013.
Los desempleados con alto grado de escolaridad aumentan paulatinamente desde 2005 (año desde el cual hay cifras disponibles), cuando representaban el 31 por ciento en promedio de los desocupados, pero esa tasa empezó a elevarse aún más desde la crisis de 2009.
El porcentaje de personas con altos niveles de instrucción alcanzó su punto culminante en el tercer trimestre de 2012 con 37.5 por ciento del total de desempleados, equivalente a casi un millón, la cifra fue de 991.9 mil personas.
Lo anterior indica que se está desperdiciando una gran cantidad de jóvenes calificados y posiblemente la cifra podría ser más alta dado que muchos de ellos se ven obligados a colocarse en un trabajo inadecuado a su preparación para poder subsistir.
Esta tendencia laboral rompe con la evidencia empírica de que a mayor grado de instrucción, mejor empleo e ingreso, condición que en México ya no se cumple.
Se calcula que para que el país pueda emplear a las nuevas generaciones tendría que crear por lo menos un millón de empleo nuevos por año, pero la economía sólo está generando entre 400 mil y 500 mil anualmente.
Ante la difícil situación, sólo falta cifrar esperanzas en que la reciente reforma laboral sea positiva y empiece a dar resultados lo antes posible.
De acuerdo con una investigación del Banco de México, con la reforma laboral podrían crearse alrededor de 370 mil empleos formales adicionales en promedio al año; sin embargo, se calcula que esto empezará a darse hasta dentro de cinco años.
La falta de una mayor interrelación entre empresas y universidades a fin de que las primeras expongan a las segundas sus requerimientos de profesionistas o técnicos ha propiciado un alto desempleo en personas preparadas en el país, y es muy común ver que siguen saturándose carreras que actualmente tienen ya pocos campos de acción, como medicina, derecho o administración, por citar algunas.
El actual contexto conduce a señalar que hay una imperante necesidad de informar a los jóvenes de los requerimientos que tendrán los sectores productivos en los próximos años a fin de que cada vez los estudiantes se adecuen o elijan carreras que aseguren contar con una fuente de empleo.
Asimismo, en el país ya se plantea la posibilidad de elevar la calidad de la educación, ya que ello tiene importantes implicaciones en el empleo.
Hasta hace unos 10 años, se sabía poco de la relación entre la calidad de la educación y de la productividad o los ingresos; recientes estudios económicos en Estados Unidos revelan que actualmente tanto la calidad como la cantidad de educación son importantes para determinar la productividad y los ingresos.
Algunas investigaciones destacan que hay evidencias de que el impacto en los ingresos de un año adicional de educación cae con el tiempo, en cambio el impacto de la calidad adicional se incrementa.
via El Financiero